Si hay algo que no sobra nunca, es el tiempo. Ese componente incontrolable de la vida que marca nuestros días, nuestro instrumento para convertir lo inexistente en realidad. Soñamos grandes cosas, logros que nos harían enorgullecer, pero muchas veces perdemos el tiempo. Y así, lógicamente, nuestros sueños no se cumplen.

Decía Paul Valery que La mejor forma de hacer los sueños realidad es despertarse, y más exacto no se puede ser. Tras imaginar la vida que queremos para nosotros, tras pensar en la forma en que más podríamos aportar a este mundo, es el turno de empezar a hacer cosas que nos lleven a alcanzarlo. HACER. Sí, es cierto, todos tenemos un pepito grillo en la cabeza que ama el sofá, que intenta que desaprovechemos nuestros días, nos dice que no tenemos capacidad ni medios suficientes, que en realidad los grandes objetivos los consiguen los más afortunados… pero nos lo dice ese grillo, no nuestra cabeza ni nuestro corazón. En realidad tenemos muchos más contactos de los que conocemos, muchas más ideas de las que pensamos, y mucho más tiempo del que necesitamos para alcanzar nuestros sueños. Sólo hay que darse cuenta de ello, y empezar a hacer. Hay que atreverse a dedicar tiempo a materializar nuestros sueños, al final es cuando más disfrutamos de la vida y cuando damos lo mejor de uno mismo, lo que nos lleva a destacar.

Así que reserva un poco de tiempo y no esperes a mañana, argonauta, empieza hoy a soñar y hacer, que esta combinación es la que te llevará allá donde desees.